Comentario
La entrada de Estados Unidos en la contienda tuvo efectos inmediatos. Los suministros a sus aliados de alimentos, municiones, pertrechos y dinero aumentaron espectacularmente; en el mar, su notable flota se hizo sentir, amortiguando los efectos de la guerra submarina. En un sólo semestre, los sumergibles alemanes hundieron cerca de cuatro millones de toneladas de barcos aliados, superando sus mejores expectativas, pero a costa de sacrificar un tercio de sus efectivos. Estados Unidos suplió las pérdidas aportando al esfuerzo militar tres millones de toneladas de mercantes -incluyendo 800.000 toneladas de barcos alemanes incautados en sus puertos y en los de otros beligerantes americanos- y 700 buques dedicados a la escolta y lucha antisubmarina. Por otro lado, el sistema de navegación en convoyes, fuertemente escoltados por destructores, cazatorpederos e hidroaviones y el empleo de cargas de profundidad y de minas antisubmarino, hizo batirse progresivamente en retirada a los tiburones del Reich.
La entrada en guerra fue recibida de forme entusiasta por la mayoría de los norteamericanos y fue inmensa la popularidad que cosechó el presidente. Con todo, Woodrow Wilson mantuvo durante todo el conflicto una postura moral reflejada en sus Catorce Puntos para la Paz, propuestos el 8 de enero de 1918. En ellos se buscaba una paz sin revancha: libertad de navegación y de comercio; desarme, evacuación de todas las regiones ocupadas durante la guerra; restitución a Francia de Alsacia y Lorena; devolución otomana de todos los territorios que no fuesen turcos; creación de una sociedad de naciones que resolviera los conflictos del futuro...
En los campos de batalla europeos no se advirtió, por lo demás, la entrada en guerra de los norteamericanos. Estados Unidos no había preparado un ejército que pudiera competir con los de los Imperios Centrales, por lo que tuvo que ponerse a improvisarlo con toda urgencia. En un año, fueron reclutados y adiestrados cerca de cinco millones de hombres, de los cuales, a partir de la primavera de 1918, llegaron a entrar en combate 1.760.000. La buena marcha de la guerra antisubmarina, la abundancia de víveres y pertrechos y la esperanza en la llegada de los norteamericanos sostuvieron a los aliados en los dificilísimos meses iniciales de 1918.
Por su parte, los Imperios Centrales tenían dificultades internas, fundamentalmente de abastecimiento, pero la Revolución Soviética del 7 de noviembre de 1917- 25 de octubre, según el calendario ruso- mejoró su situación, ahorrándoles el frente oriental. Tras el triunfo revolucionario, lo más urgente para el Gobierno bolchevique era terminar la guerra con Alemania. En diciembre de 1917 se reunió una conferencia de paz en Brest-Litovsk; el día 15 de ese mes, el delegado bolchevique, Leon Trotski firmó el acuerdo. Aquello suponía un desastre para los Aliados, que ya veían cómo se les venía encima el ejército alemán del Este; por eso presionaron a los bolcheviques para que retrasaran la entrada en vigor del armisticio; pero ante las maniobras dilatorias de Trotski, los alemanes reiniciaron sus operaciones y, el 3 de marzo, Rusia no tuvo más remedio que firmar la paz.
En la balanza de la guerra, la entrada en liza de Estados Unidos quedaba momentáneamente compensada por la retirada soviética de la contienda. Sobre los campos de Flandes se cernía, a comienzos de 1918, una amenaza mortal.